Mademoiselle Lydie is madly in love with Monsieur Max; both are youngsters and handsome and as a pair that live according to the time. They use the new technologies ( carrier pigeons ) in order to be in touch and in this way be punctual at their rendezvous.
But such a happy couple of lovers will suffer a misfortune when Mlle. Lydie’s father discovers the lovers kissing passionately outdoors. So due to the fact that Lydie’s fathers is a man with a strict convictions of the last century, that is to say, the XIX century …, he decides that his daughter must go to a convent in order to prevent such scandalous behaviour.
Before entering the convent, Mlle. Lydie secretly hides in her bag her modern cell apparatus, that is to say, the carrier pigeon. In this way she will later send a short text message to her lover telling him the terrible news of her religious imprisonment.
The moment that an amazed Monsieur Max receives the air mail message, he decides, with the help of an accomplice chauffeur, to go in the rescue of his lover.
In order to enter the convent, Monsieur Max’s chauffeur asks for help from the nuns by telling them that his master is feeling slightly ill. After some reluctance, the nuns decide to allow the entrance of the man into the convent in the cold light of day ( usually men only enter the convents under the cover of darkness ). Once Monsieur Max is inside, pretty soon he will try to rescue his lover.
But our hero goes to the wrong chamber to find Mlle. Lydie; so a terrible fuss begins which in turn causes a commotion in the peaceful convent. Consequently a thrilling chase after Monsieur Max up and down the convent ensues with nuns on the run and the fraulein inmates in convent nightdress too ( ah, what a wonderful sight for the eyes of this disrespectful German count!... ).
During the commotion, Monsieur Max will be able to scheme a new plan via ordering his chauffeur to impersonate him as the mysterious convent intruder. He thus kidnaps Mlle. Lydie by taking her out of the convent and flees with her by car. This is an excellent plan that allows Monsieur Max to become a hero in the eyes of the convent nuns and especially his father in law. He explains that he plans to save the poor child from the clutches of the mysterious convent intruder.
When Mlle. Lydie’s father is warned by phone and, MEIN GOTT!!... in “Polivision”!! ...about the terrible news, he goes quickly to the convent and, after an attempt to strangle Monsieur Max, they both decide to go to the rescue of Mlle. Lydie and so another thrilling chasing starts, this time by car.
During the chase they will find in the road a public square with a monument in the middle. So they decide to violate the traffic regulation found in every genuine silent comedy; that is to say, by circling the square twice, thrice and in fast motion.
When finally the accomplice chauffeur is reached, he tries to escape by foot carrying Mlle. Lydie in his wicked arms. But fortunately Monsieur Max, in what it is an admirable act of courage, shoots the kidnapper and that deadly fall liberates the object of captivity, that is to say, Mlle. Lydie.
Ah, at last Monsieur Max and Mademoiselle Lydie are reunited again and under the eyes and the blessing of the father in law! During such a touching scene, the accomplice chauffeur that is behind them playing dead, sits and laughs watching such a happy ending. Noticing this and in order that Herr Max isn’t discovered, he shoots him twice, thrice and even quadrice, and would blast the whole cartridge case if necessary ... everything for the sake of his love and happiness.
Ah, what a delightful short comedy is “Max Au Couvent” (1913) directed by Herr Max Linder!!... It’s an excellent and funny example of how finally pure love triumphs over any obstacle, no matter even if two important, terrible and influential institutions like family and church try to interfere with it.
And now, if you'll allow me, I must temporarily take my leave because this German Count must leave the priesthood.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
-/-
Mademoiselle Lydie está locamente enamorada de Monsieur Max; ambos son jóvenes y atractivos y viven acorde con los tiempos modernos que les ha tocado vivir, por dicho motivo, gustan emplear las más nuevas tecnologías de la época, como por ejemplo, las palomas mensajeras y así de éste modo, se mantienen en contacto y pueden acudir puntuales a sus citas amorosas.
Pero tan feliz pareja está a punto de sufrir un contratiempo, justo en el mismo momento en que ambos dos son sorprendidos por el padre de Mlle. Lydie, besándose apasionadamente en un lugar público; debido a que el padre de Mlle. Lydie es un hombre de estrictas convicciones aferrado al siglo pasado, esto es, el siglo XIX, toma la drástica decisión de internar a su hija en un convento y así evitar su tan escandaloso comportamiento.
Antes de ingresar en el convento, Mlle. Lydie consigue secretamente introducir en su bolso, su moderno sistema de comunicación a distancia, esto es, la paloma mensajera, pudiendo entonces enviarle un mensaje corto de texto aéreo a su amado para comunicarle las terribles noticias de su internamiento religioso.
En el mismo momento en el cual Monsieur Max recibe el correo aéreo, decide urdir un plan para rescatar a su amada, contando con la ayuda de su cómplice chofer.
Para conseguir entrar en el convento, el chofer de Monsieur Max pide ayuda a las monjas que allí residen diciéndoles que su patrón se ha encontrado de repente indispuesto, aceptando las susodichas, no sin cierta reticencia al principio, el que finalmente pueda entrar un hombre al convento a plena luz del día ( normalmente los hombres solamente entran en los conventos de noche y de forma agazapada ); una vez que Monsieur Max se haya dentro del convento, sin más dilación, se apresura a rescatar a su amada.
Pero nuestro héroe se equivoca de habitación, entrando en una en la cual no se hallaba Mlle. Lydie, si no otra residente de dicha institución, dando lugar a un terrible alboroto dentro del convento y por consiguiente, a una persecución en la cual Monsieur Max es perseguido por numerosas monjas además de las jóvenes frauleins residentes en el convento, llevando solamente éstas un camisón como única vestimenta ( ¡ah, que hermosa imagen ésta para todo un irreverente conde germánico!. )
Durante el alboroto, Monsieur Max consigue urdir un nuevo plan, ordenando a su chofer que éste se haga pasar por él, esto es, como el misterioso intruso nocturno del convento, además de decirle que tendrá ahora que secuestrar a Mlle. Lydie huyendo con ella en su coche, todo un excelente plan éste que permitirá a Monsieur Max convertirse en todo un héroe a los ojos de las monjas del convento y sobretodo para su suegro, una vez que les diga que será él quién finalmente consiga rescatar a la joven víctima de las garras del misterioso intruso del convento.
Cuando el padre de Mlle. Lydie es advertido de tan terribles noticias en, MEIN GOTT!!!... ¡Polivisión!,,, inmediatamente se dirige al convento en el cual, tras un intento, por su parte, de estrangular con sus propias manos a Monsieur Max, ambos dos deciden ir tras el rescate de Mlle. Lydie, dando lugar a otra emocionante persecución, esta vez en auto.
Durante la persecución automovilística, los perseguidores se encontrarán en su camino con una plaza pública en la cual en el centro de la misma, se haya un monumento, tomando inmediatamente la decisión de seguir las reglas de tráfico que toda genuina comedia silente debe tener en cuenta, esto es, circundando el monumento sito en la plaza, dos, tres y cuatro veces en cámara rápida.
Cuando finalmente el chofer cómplice es alcanzado, éste intenta escapar con su presa llevando a Mlle. Lydie en sus brazos, pero afortunadamente Monsieur Max, en lo que es todo un ejemplo admirable de un gran acto de gran valor heroico, dispara al secuestrador que mortalmente cae al suelo, liberando así a su presa, esto es, a Mlle. Lydie.
¡Ah, por fin de nuevo juntos Monsieur Max y Mademoiselle Lydie, bajo la atenta mirada y bendiciones de su suegro!; durante tan conmovedora escena, el chofer cómplice, el cual se haya detrás de los protagonistas haciéndose el muerto, se incorpora y ríe al contemplar tan bello final feliz; dándose cuenta de tan inoportuna situación, Herr Max, para que no quede al descubierto su pérfido plan, dispara a su cómplice chofer, una, dos, tres, cuatro veces, el cargador entero del revolver si fuese menester, todo es poco si ello significa conseguir el amor y la felicidad al lado de su amada.
¡Ah, pero que deliciosa comedia silente es “Max Au Convent” (1913) de Herr Max Linder!... otro excelente y divertido ejemplo de cómo finalmente el amor triunfa sobre todas las cosas, no importando que incluso dos importantes, terribles e influyentes instituciones como la iglesia y la familia, intenten interferir en el éxito del mismo.
Y ahora si me lo permiten, les tengo que dejar momentáneamente, pues este conde germánico tiene que colgar los hábitos.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien