Samstag, Oktober 29, 2005

"Die Hose" (1927) de Hans Behrendt




No podía, éste aristócrata silente germánico dejar pasar más días sin que el pabellón del cine teutón estuviese reflejado y bien alto en este diario moderno, por lo que se ordenó de forma inmediata y tajante a Günthell que bajase al lúgubre sótano en donde está ubicada la Filmoteca de éste aristócrata, para que localizase un filme teutón que reuniese las indispensables condiciones que se le presupone al cine de Germania.
El filme elegido fue "Die Hose" dirigido en el año 1927 por Hans Behrendt y la explicación que dio a éste su amo Günthell del porqué había elegido ese filme, fue porque en él había un aristócrata protagonista, suficiente motivo cómo pueden imaginarse para que éste Conde se enfundase el monóculo para disfrutar en su sala de proyección privada, de dicho filme.

Se trata de una comedia ( ya ven, a veces incluso los germanos perdemos la seriedad y por lo tanto las formas… ) magníficamente resuelta por Herr Behrendt, repleta de enredos y guiños amorosos, que nos cuenta la historia de Herr Theobald Maske, que tiene una bella y joven mujer algo inexperta todavía en las labores del hogar.
Esta falta de rigor doméstico molesta sobremanera a Herr Maske pero siempre sus enfados son apaciguados gracias al buen hacer culinario de su mujer, consciente ella que a un hombre, incluso los de clase media ordinaria, siempre se le por el estómago.

El matrimonio Maske al salir de la misa dominical, conjuntamente con todo el pueblo, se para para observar cómo el Príncipe, que también asistía a la misma, se encamina hacia su suntuosa carroza; justo en ese preciso momento a Damen Maske se le caen las enaguas delante del mencionado aristócrata además de todo el pueblo ( por cierto… éste Conde no se explica el porque las señoritas de clase media pierden con tanta facilidad sus prendas interiores en presencia de la aristocracia… recuerdo ahora mismo otro enojoso incidente acaecido a otro aristócrata europeo en el cual a otra alocada joven se le caían, en esa ocasión, las bragas con una pasmosa facilidad ) siendo éste un auténtico escándalo para el pueblo y un “affair” divertido para el Príncipe.
Entre los presentes que vieron hasta las puntillas de las enaguas de Damen Maske, estaba el bufón personal del Príncipe, de nombre Scarron y el ayudante del peluquero del pueblo, que inmediatamente se enamoran de Damen Maske en lo que se le antoja a éste Conde un claro ejemplo de fetichismo popular.

Por casualidad, Herr Maske hace tiempo que quiere alquilar dos habitaciones en su hogar para conseguir una renta extra y precisamente serán el peluquero y Scarron quién, prendados tanto de las enaguas como de Damen Maske, pedirán ser los inquilinos de tan peculiar matrimonio.
Con tanta proximidad doméstica, Scarron conseguirá finalmente los favores de Damen Maske que por lo que se ve pierde fácilmente tanto sus enaguas como su vergüenza; tras haber conseguido ésta con la ayuda de una vecina alcahueta, una disculpa para pasar un día fuera de su hogar ( tiene que visitar a su padre enfermo… ), su marido, cómo buen gastrónomo, accede a que su mujer pase la noche fuera siempre y cuando le traiga alguna chuchería como puede ser una oca estofada o un trozo de panceta de cerdo, ofreciéndose a acompañarla al tren, hecho éste que trastoca los planes de Damen Maske pues había quedado citada con Scarron en el palacio del Príncipe… finalmente la vecina alcahueta avisa a tiempo a Scarron para que una vez que el tren haya salido de la estación, lo pare y la lleve en una carroza al palacio del Príncipe, ( para que vean lo que es la eficiencia de nuestros criados a los cuales no los paran ni un tren ) aunque con tanto apuro algo se le queda por el camino a Damen Maske, además de la honra… y es que en el tren se deja olvidado su equipaje de mano.

Una vez que Scarron presenta Damen Maske al Príncipe, éste queda prendado por su belleza; Damen Maske que no pierde el tiempo, le dice que su vida al lado de su marido es aburrida y opresiva y que le gustaría, por lo menos durante una noche, conocer lo bien que nos lo pasamos los aristócratas; dicho y hecho, el Príncipe accede a sus deseos y le cambia su penoso estilismo provinciano por un traje de gasas vaporosas, le ofrece una buena cena regada ésta con champagne y además le enseña a fumar, vamos…, lo que se antoja toda una noche loca para Damen Maske.
Al finalizar la cena, todo aristócrata que se precie tiene al lado del comedor un jardín rococó con estanque con patos y todo ( en su caso lo más que tienen ustedes es una salita con cocina endosada y en el caso de Damen Ninovska, una cocina comunitaria ) y es ahí donde finalmente ambos se besarán y apretujarán gracias la música de fondo que por algo el Príncipe tiene también hilo musical en el jardín gracias a un violinista de incógnito.

A la mañana siguiente cual cenicienta trasnochada y tras haber pasado la noche Damen Maske en el diván, mientras el Príncipe la había pasado en una silla contemplándola extasiado y con una manta en su regazo ( no se pueden imaginar ustedes lo que enfría el traje de gala con sus medallas y todo a ciertas horas de la noche ), vuelve a su hogar.
Mientras tanto en dicho hogar, Herr Maske, tras haber pasado una noche loca durante la ausencia de su mujer, bebiendo cerveza y jugando a los bolos ( obsérvese lo fácil que les resulta a ustedes ser felices ) en la tasca de al lado, recibe la visita de un operario del tren que le trae el equipaje perdido de mano de su esposa.
Con la mosca tras la oreja ante tan evidente hecho, hace acto de presencia su mujer y justo cuando le pregunta dónde ha pasado la noche y el porqué se le había olvidado traer la panceta del pueblo de su padre ( incluso en situaciones gravísimas hay ciertas prioridades que no conviene olvidar ) también entra en la casa un emisario del Príncipe que le ordena se presente inmediatamente ante éste.
Estando Herr Maske perfectamente genuflexo ante su Príncipe, éste le sorprende y le hace entrega de una de esas medallas tan vistosas con lazo y todo, que lógicamente hace las delicias del condecorado.

En el último plano del filme se ve como luce orgulloso y bien trajeado Herr Maske su medalla del brazo de su mujer durante el paseo matutino, advirtiéndole a ésta que “no vuelva a perder las enaguas tan fácilmente”...

Una divertida comedia muy bien realizada por Herr Behrendt en la cual se demuestra que a veces los germanos también tenemos sentido del humor.

7 Kommentare:

Anonym hat gesagt…

Bueno, Sr. Conde, algunas pierden las bragas porque se lo ponen tan fácil, pobretas, pero veo que Ud. en cambio parece que ha perdido el Herr y el Graff, y se ha quedado con un muy seco Ferdinand von Galitzen. Por cierto, Daman Maske era poliandrica, lo que pasa que en su sociedad no estaba reconocida tan peculiar forma de organización familiar.

Descalsados besos

Ninovska

Anonym hat gesagt…

¡Ah, la poliandria, la poliginia y otras poligamias que tánto teme Herr Ánsar!

Por cierto, muchos cuadernos de bitácora y salones privados de discusión frecuenta usted, camarada, y no crea que es fácil rastrearle las referencias cruzadas.

Saludos germánicos y genuflectos, Señor Conde.

Anonym hat gesagt…

Ah, por ciero, camarada Ninovska, qué abyecta y desconsiderada su utilización de la expresión "perdre sa petite culotte" (que transcribo en afrancesado porque no me atrevo en recio castellano)

Anonym hat gesagt…

Respondiendo a Pablo: eso de perder lo que se pierde lo dice el Sr. Conde en su texto, yo solo repito, y vuelvo a decirle que está ud. la mar de quisquilloso conmigo, a este paso le retiro el saludo :-P

Ferdinand Von Galitzien hat gesagt…

Tst, tst, tst... comprueben ustedes cómo esa presunta "entente" entre los revolucionados varios, esto es, los afrancesados y los comunistas, no es tan sólida cómo les hacen creer, saltándose ambos a la yugular a la mínima ocasión.

Anonym hat gesagt…

> eso de perder lo que se pierde
> lo dice el Sr. Conde en su texto,
> yo solo repito,

Es cierto, y le pido disculpas, camarada. El malentendido se debe a que hay un posible problema de diseño en la web del Sr. Conde, pues

> y vuelvo a decirle que está ud. la
> mar de quisquilloso conmigo

Debe de ser por lo de "donde hay confianza..." (etc.): así que, por favor, retíremelo y hablémonos de Usía, al menos en este espacio aristocrático, en vez de usar el tuteo de las clases melenudas que siempre aboca a confusiones y a múltiples piccoli equivoci senza importancia.

Anonym hat gesagt…

Huy, se me olvidó acabar la frase:

Es cierto, y le pido disculpas, camarada. El malentendido se debe a que hay un posible problema de diseño en la web del Sr. Conde, pues el link para poner los comentarios no se sabe bien, por razones de proximidad métrica, si es el que precede o antecede a cada textículo aristocrático en cuestión.