When this Herr Graf was a young and imaginative kinder, his grandfather used to tell him a strange story in order to get his attention and in this way calm down his childish whims.
If this Herr Graf remembers well, this is the way the story goes:
Once upon a time there was a young common fraulein who did what common people do best; that is to say, work a lot without complaining and with no reward; Aschenputtel ( Frau Helga Thomas ) -that’s the name of the young fraulein, Cinderella in Germany- has no mother although her father married again, this time to a foul tempered, wicked woman with two cruel daughters of her own.
In the land in where they lived, there was a prince ( Herr Paul Hartmann ) who, besides being charming, was an idealist and romantic and believer in true love!; The prince’s father decides to give an aristocratic ball in order that his son forget such bizarre thoughts. The King invites the many frauleins of the kingdom hoping that the prince can find a decent ( or something like that ) aristocrat fraulein and marry her.
Cinderella’s stepmother and stepsisters don't allow her to go to the ball ( Cinderella’s father disagrees but, as usually happen with middle class people, men do what their wives order them to do ) but Cinderella has a fairy-godmother ( Frau Frida Richard ) who will use her tricks to enable Cinderella to attend.
Thanks to the fairy-godmother’s abilities, Cinderella goes to the ball beautifully dressed and in a luxury carriage but the fact that Cinderella attends the ball alone (something polite young frauleins simply don't do) shows that the fairy-godmother has neglected to teach her proper manners. Anyway, Cinderella is warned that she must get home before the clock strikes 12; this indicates that the fairy-godmother don’t know aristocratic habits at all because it is from that hour on when fun begins.
Well, Cinderella certainly has a great time at the ball with the idealist prince who falls madly in love with her, but when the clock strike 12 she leaves the palace in a hurry, losing one of her slippers.
The prince, now besides being idealistic and lovesick -certainly a dangerous combination--decides to find the mystery maiden by locating and agreeing to marry the girl whose foot fits in the slipper. This is a terrible decision that indicates the prince's deranged state of mind.
And this story, more or less with some variations…, is the one that Herr Ludwig Berger depicts in his film “Der Verlorene Schuh” (1923), a delightful picture wherein the German director transfers the spirit and romanticism of such a classic story to the silent screen in a delicious way, using charming and resourceful special effects and décors. Thanks to films like this, the common people continue to believe in fairy tales.
And now, if you'll allow me, I must temporarily take my leave because this German Count must tell a tall tale to one to his Teutonic rich heiresses.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
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Cuando éste Herr Graf era un joven y caprichoso infante, su abuelo solía contarle extrañas historias para que así, aunque solamente fuese por un instante, le prestara por un poco de atención, consiguiendo apaciguar además sus numerosos caprichos infantiles; si éste Herr Graf recuerda bien, la historia decía así:
Había una vez una joven plebeya que acostumbraba hacer lo que los plebeyos suelen hacer muy bien, esto es, trabajar muchísimo sin quejarse y sin esperar nada a cambio; Aschenputtel ( Frau Helga Thomas ), pues ése era el nombre de la joven plebeya, Cenicienta para los nacidos fuera de Germania, no tenía madre pero su padre se había vuelto a casar con una malvada mujer, la cuala además de contribuir con su mala leche al matrimonio, también añadió al mismo a dos malvadas hijas suyas.
En el reino en donde ellos vivían, había un príncipe ( Herr Paul Hartmann ) bastante particular, pues además de ser azul, también era un idealista, un romántico y ¡creía en el amor verdadero!; el padre del príncipe decide dar un baile aristocrático para que así su hijo se olvide de tan extraños pensamientos, invitando a numerosas frauleins del reino, esperando así que el príncipe encuentre entre las susodichas, a una aristócrata decente ( o algo parecido ) y se case con ella.
La madrastra y hermanastras de Cenicienta, no permiten que ésta acuda al baile, una decisión que no comparte el padre de Cenicienta, pues como suele pasar con los maridos plebeyos, éstos acatan las órdenes de sus esposas sin rechistar; pero increíblemente, Cenicienta dispone de toda una hada madrina ( Frau Frida Richard ) la cuala gracias a varios encantamientos de su cosecha, conseguirá que Cenicienta finalmente pueda acudir al baile.
Gracias a las habilidades de la hada madrina, Cenicienta asiste al baile bellamente vestida y en un lujoso carruaje, pero a pesar de todo demuestra la susodicha no tener ni idea de protocolo pues accede al baile sola, algo que ninguna educada y decente joven aristócrata ( o algo parecido ) haría jamás, en fín…, la hada madrina le advierte a Cenicienta que tendrá que volver a su casa antes de que el reloj dé las doce, un hecho éste que certifica también que la hada madrina tampoco tiene ni idea de las costumbres aristocráticas, pues es precisamente a partir de ésa hora cuando comienza la diversión.
Cenicienta se lo pasa de miedo en el baile con el príncipe idealista, el cualo se enamora locamente de la susodicha, pero cuando el reloj da las doce, Cenicienta deja el palacio apresuradamente, dejando detrás de sí una de sus zapatillas.
El príncipe, el cual ahora además de idealista está terriblemente enamorado, toda una peligrosa combinación ésta, por cierto…, decide encontrar a Cenicienta, mediante el método de probar la zapatilla que ésta había dejado en palacio a todas las doncellas del reino, hasta que finalmente encuentra a su amada casándose finalmente con ella, una terrible decisión ésta que se debe al terrible estado psicológico en el cual se encontraba el príncipe, tal y cómo éste Herr Graf resaltaba un poco más arriba.
Y ésta es, más o menos, con algunas variaciones…, la historia que Herr Ludwig Berger muestra en su filme “Der Verlorene Schuh” (1923), una deliciosa película en donde el director germánico traslada de forma ciertamente encantadora a la pantalla silente el espíritu romántico de tan clásica historia, empleando para ello imaginativos decorados y efectos especiales y así poner en imágenes esa atmósfera tan particular que cualquier cuento de hadas que se precie necesita para así fascinar al público asistente, consiguiendo ciertamente Herr Berger dicho propósito, esto es, que el público plebeyo siga creyendo en los cuentos de hadas.
Y ahora si me lo permiten, les tengo que dejar momentáneamente, pues este conde germánico tiene que contarle un cuento chino a una de sus ricas herederas teutonas.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien