“Die Austernprinzessin”, a film directed in the silent year of 1919 by the great German director Herr Ernst Lubitsch, is a very suitable silent film for a decadent Teutonic aristocrat because it is a superb collection of excesses and obviously where there are excesses, there is a German aristocrat.
“Die Austernprinzessin” is a mad Teutonic comedy, absolutely brilliant in its artifice. It tells the frantic story of Dame Ossi ( Dame Ossi Oswalda, who played the German flapper roles in Herr Lubitsch’s early comedies like this one ) the whimsical daughter of Herr Quaker ( Herr Victor Janson ), the Amerikan oyster king. He and Dame Ossi are well aware that the shoe cream king’s daughter has married a count ( that fräulein has style, ja wohl! ), so Dame Ossi must, at any cost , at least find a prince to wed ( tsk, tsk, tsk…) This is the beginning of a peculiar film full of hilarious, grotesque, surreal and inventive scenes. Of course, by the end of the film, Dame Ossi achieves her matrimonial goal.
Herr Lubitsch spared no effort to accomplish his artistic goals; in the oeuvre there are astounding and modernistic settings by Herr Kurt Richter that give the film an atmosphere of exaggerated grandiloquence revolving around the daily lives of the main characters. The luxurious art direction reflects the luxurious and carefree style of those nouveau rich ( and what can be worse than money at the service of bad taste?), exaggerated to the point of fantasy; for example, the bath scene in which Dame Ossi needs a lot of servants in order to take a bath properly, or the wedding banquet scene in where there are as many servants as different dishes, including one for desserts, coffee and cigars. Such shameless opulence in those hard Weimar days aims at getting the audience to briefly forget their troubles and laugh out loud at Herr Lubitsch’s wildly nonsensical ideas.
There is a curiosity in “Die Austernprinzessin”; at the end of the film, Herr Lubitsch betrays his most sacred film precept, in the scene where Herr Quaker spies on his just married daughter through the bedroom door keyhole. Herr Lubitsch, fortunately wouldn’t repeat this mistaken voyeurism later in his career because the great German director came to know very well that malicious suggestion is preferable to showing plainly what happens behind a closed door…
And now, if you'll allow me, I must temporarily take my leave because this German Count must eat two dozen oysters while being careful not to swallow the pearls inside.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
-/-
“Die Austernprinzessin”, filme dirigido por el gran director germánico Herr Ernst Lubitsch en el año silente de 1919, es un filme idóneo para un decadente aristócrata teutón debido a su excelente colección de excesos y obviamente, en donde haya excesos, ahí tendrán ustedes siempre a un aristócrata teutón.
“Die Austernprinzessin” es una loca comedia teutónica, absolutamente brillante dentro de su artificio; el filme narra la historia de Dame Ossi ( Dame Ossi Oswalda, actriz germánica que interpretaba el papel de “flapper” teutónica en las primeras comedias de Herr Lubitsch ), caprichosa hija de Herr Quaker ( Herr Victor Janson ) el rey de las ostras en Amerika.
Ambos dos tienen noticia de que la hija del rey de la crema para el calzado se ha casado con un conde ( desde luego esa fräulein tiene mucho estilo, ja wohl! ), por lo cual Dame Ossi quiere casarse, por lo menos y a cualquier precio, con un, tst, tst, tst… príncipe; éste será el principio de un peculiar filme repleto de hilarantes, grotescas, surrealistas e imaginativas escenas, hasta que al final del mismo, Dame Ossi consigue finalmente, ¡faltaría más!, sus propósitos matrimoniales.
Herr Lubitsch no escatimó en gastos para conseguir sus intenciones artísticas, pues en el filme se pueden apreciar los sorprendentes y modernistas decorados a cargo de Herr Kart Richter, los cuales les dan al filme una atmósfera de exagerada grandilocuencia para la vida diaria de los principales protagonistas del filme.
La lujosa dirección artística refleja igualmente el lujoso y despreocupado estilo de vida de esos nuevos ricos ( ¿acaso hay algo más terrible que el dinero al servicio del mal gusto? ), exageraciones con cierta fantasía, como por ejemplo durante la escena del baño en cual Dame Ossi necesita un gran número de sirvientes para poder tomarse un baño como Gott manda, o la escena del banquete nupcial en la cual se necesitan tantos sirvientes como diferentes platos del menú nupcial, incluyendo postres, café y puro… tanta desvergonzada opulencia durante esos primeros años de la república de Weimar ayudaban, por lo menos, al público asistente a olvidarse de las penurias que sufrían en sus vidas cotidianas, riéndose despreocupadamente de las disparatadas ocurrencias de Herr Lubitsch.
Se puede apreciar, por cierto, una curiosidad en “Die Austernprinzessin; al final del filme, Herr Lubitsch traiciona uno de sus máximos preceptos durante la escena en la cual Herr Quaker espía, a través del ojo de la cerradura, la habitación matrimonial de su hija, para saber qué está aconteciendo dentro.
Herr Lubitsch, afortunadamente, no volvería a cometer tan craso error voyeurístico durante su carrera cinematográfica, pues el gran director germánico sabe muy bien que siempre es mucho mejor sugerir de forma maliciosa que mostrar abiertamente lo que acontece tras una puerta cerrada.
Y ahora si me lo permiten, les tengo que dejar momentáneamente, pues este conde germánico tiene que comerse un par de docenas de ostras, teniendo mucho cuidado de no tragarse ninguna de esas molestas perlas que siempre encuentra dentro.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
“Die Austernprinzessin” is a mad Teutonic comedy, absolutely brilliant in its artifice. It tells the frantic story of Dame Ossi ( Dame Ossi Oswalda, who played the German flapper roles in Herr Lubitsch’s early comedies like this one ) the whimsical daughter of Herr Quaker ( Herr Victor Janson ), the Amerikan oyster king. He and Dame Ossi are well aware that the shoe cream king’s daughter has married a count ( that fräulein has style, ja wohl! ), so Dame Ossi must, at any cost , at least find a prince to wed ( tsk, tsk, tsk…) This is the beginning of a peculiar film full of hilarious, grotesque, surreal and inventive scenes. Of course, by the end of the film, Dame Ossi achieves her matrimonial goal.
Herr Lubitsch spared no effort to accomplish his artistic goals; in the oeuvre there are astounding and modernistic settings by Herr Kurt Richter that give the film an atmosphere of exaggerated grandiloquence revolving around the daily lives of the main characters. The luxurious art direction reflects the luxurious and carefree style of those nouveau rich ( and what can be worse than money at the service of bad taste?), exaggerated to the point of fantasy; for example, the bath scene in which Dame Ossi needs a lot of servants in order to take a bath properly, or the wedding banquet scene in where there are as many servants as different dishes, including one for desserts, coffee and cigars. Such shameless opulence in those hard Weimar days aims at getting the audience to briefly forget their troubles and laugh out loud at Herr Lubitsch’s wildly nonsensical ideas.
There is a curiosity in “Die Austernprinzessin”; at the end of the film, Herr Lubitsch betrays his most sacred film precept, in the scene where Herr Quaker spies on his just married daughter through the bedroom door keyhole. Herr Lubitsch, fortunately wouldn’t repeat this mistaken voyeurism later in his career because the great German director came to know very well that malicious suggestion is preferable to showing plainly what happens behind a closed door…
And now, if you'll allow me, I must temporarily take my leave because this German Count must eat two dozen oysters while being careful not to swallow the pearls inside.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
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“Die Austernprinzessin”, filme dirigido por el gran director germánico Herr Ernst Lubitsch en el año silente de 1919, es un filme idóneo para un decadente aristócrata teutón debido a su excelente colección de excesos y obviamente, en donde haya excesos, ahí tendrán ustedes siempre a un aristócrata teutón.
“Die Austernprinzessin” es una loca comedia teutónica, absolutamente brillante dentro de su artificio; el filme narra la historia de Dame Ossi ( Dame Ossi Oswalda, actriz germánica que interpretaba el papel de “flapper” teutónica en las primeras comedias de Herr Lubitsch ), caprichosa hija de Herr Quaker ( Herr Victor Janson ) el rey de las ostras en Amerika.
Ambos dos tienen noticia de que la hija del rey de la crema para el calzado se ha casado con un conde ( desde luego esa fräulein tiene mucho estilo, ja wohl! ), por lo cual Dame Ossi quiere casarse, por lo menos y a cualquier precio, con un, tst, tst, tst… príncipe; éste será el principio de un peculiar filme repleto de hilarantes, grotescas, surrealistas e imaginativas escenas, hasta que al final del mismo, Dame Ossi consigue finalmente, ¡faltaría más!, sus propósitos matrimoniales.
Herr Lubitsch no escatimó en gastos para conseguir sus intenciones artísticas, pues en el filme se pueden apreciar los sorprendentes y modernistas decorados a cargo de Herr Kart Richter, los cuales les dan al filme una atmósfera de exagerada grandilocuencia para la vida diaria de los principales protagonistas del filme.
La lujosa dirección artística refleja igualmente el lujoso y despreocupado estilo de vida de esos nuevos ricos ( ¿acaso hay algo más terrible que el dinero al servicio del mal gusto? ), exageraciones con cierta fantasía, como por ejemplo durante la escena del baño en cual Dame Ossi necesita un gran número de sirvientes para poder tomarse un baño como Gott manda, o la escena del banquete nupcial en la cual se necesitan tantos sirvientes como diferentes platos del menú nupcial, incluyendo postres, café y puro… tanta desvergonzada opulencia durante esos primeros años de la república de Weimar ayudaban, por lo menos, al público asistente a olvidarse de las penurias que sufrían en sus vidas cotidianas, riéndose despreocupadamente de las disparatadas ocurrencias de Herr Lubitsch.
Se puede apreciar, por cierto, una curiosidad en “Die Austernprinzessin; al final del filme, Herr Lubitsch traiciona uno de sus máximos preceptos durante la escena en la cual Herr Quaker espía, a través del ojo de la cerradura, la habitación matrimonial de su hija, para saber qué está aconteciendo dentro.
Herr Lubitsch, afortunadamente, no volvería a cometer tan craso error voyeurístico durante su carrera cinematográfica, pues el gran director germánico sabe muy bien que siempre es mucho mejor sugerir de forma maliciosa que mostrar abiertamente lo que acontece tras una puerta cerrada.
Y ahora si me lo permiten, les tengo que dejar momentáneamente, pues este conde germánico tiene que comerse un par de docenas de ostras, teniendo mucho cuidado de no tragarse ninguna de esas molestas perlas que siempre encuentra dentro.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
9 Kommentare:
Querido Conde Ferdinando,
Jajajajajaja... ¡Ostras, Herr Conde!... ¡no me diga que ha desayunando con ese (excesivo) molusco!... y encima dos docenas... ¿con la princesa de las ostras... de Viena? ¿En Arcadia o en Arcade?
Tenga cuidado, Herr Ferdinand, ya que las muy canallas poseen una toxina muy dañina para sus delicados, enigmáticos y entramados intestinos aristocráticos. El suyo (no muy delgado), cual montaña rusa, debe realizar un recorrido chispeante, escatológico y detrítico. ¡Controle todas las señales, esfínteres, tubos de salida y escape! (lo digo sin recochineo).
Ya me estoy imaginando sus ausencias... (no mentales, desde luego). Seguramente, nos va a tener que abandonar momentáneamente, aunque sucesivas veces... y no se descomponga, pues le excusaremos cuando visite (con trote cochinero, nunca mejor dicho) el excusado W.C.
Usted sí que va a necesitar una docena ¿digo bien? dos docenas, de criados domesticados. Ya me estoy imaginando la escena... la cena, las docenas... las ostras, los criados y las moscas ¿está usted mosqueado?
Eso sí con música apocalíptica, la del último proceso... jajaja.
Ahhh... pero... ¡qué desconocimiento posee usted de la condición de cualquier dama que se precie, Herr Conde!
Toda alocada actriz hilarante en una comedia desbordante, commo la de Herr Lubitsch, desearía casarse con un principe (azul). Lo que sucede es que los principes azules, al meterlos en la lavadora, destiñen y encojen convirtiéndose en auténticos pitufillos (se lo digo sin tufillo).
Escuche, Herr Conde, estoy y no estoy de acuerdo con usted, pues no considero tan desacertada la escena de espionaje perpretada por Herr Quaker, aunque sí considero que casi siempre es más inquietente, sugerir que mostrar ¡equilicua!
Aloha!!... aloha!! Yuhu!!... Yuhu!!
¿¿¿Herr Conde, se ha ido de vacances, a una isla desierta, con alguna perla indigesta descubierta... en los mares del sur??? ¡No me diga, Herr Ferdinando!
Oiga... sch... sch... sch... tenga cuidado... que no le den un 'golpe bajo'... según han comentado mis espías (de confianza, claro está) algunas perlas... están ensangrentadas!!!
Saludos magnánimo conde.
Si usted vio la película en el Marmorhaus el domingo que escribió el artículo, la debimos ver a la vez (ya es casualidad invertir el domingo en lo mismo). Puede que nos viéramos en el suntuoso hall al acceder al visionado... pero no conocería a este humilde melenudo.
Coincido con usted en el pecado voyeur, que Herr Lubitsch compensa con creces con la punch-line final.
Mein liebe Dame Esther:
MEIN GOTT!!!!... ¡Cómo osa usted siquiera sugerir o imaginar mínimamente, que éste su Herr Von estuviese en estado de "vacances" tal y cómo usted ha expuesto debido a su mente demasiado calenturienta para ser Siberiana ésta?!... debería usted saber a éstas alturas ( aunque, la verdad..., seguramente la censura bolchevique no le pase cierta información privilegiada acerca de los usos y costumbres de los aristócratas teutones... ) que los aristócratas germánicos no disfrutan de vacaciones cual melenudos en época estival u ocasional, eso sería todo un despropósito además de todo un desprestigio, ciertamente... la aristocracia disfruta de su asueto y "dolce far niente", durante todo el año en curso, sea cual sea el susodicho, y no se vaya usted a creer que aún así es suficiente, tanta es la desidia de la aristocracia teutónica...
¡Ah, mein lieber Herr Nalekh!... ¿recuerda usted el atisbar durante unos escasos segundos, una sombra fugitiva y ciertamente célere para su edad, en el hall del Mamorhaus una vez finalizado el excelso filme de Herr Lubitsch?... pues efectivamente, esa sombra expresionista era su Herr Graf que salía de incógnito de una de esas sesiones ordinarias cinematográficas populares en las cuales el derecho de admisión no existe y que en cuanto vióle a usted en la lontananza, puso sus pies callosos en polvorosa, además de envolverse en su capa "king size", ante el temor de ser reconocido por usted, o lo que es peor, que hubiese la posibilidad de, MEIN GOTT!!!... ¡intercambiar unas palabras o incluso un apretón de manos entre dos miembros de clases sociales tan equidistantes, aunque silentes!.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
Queridíiiisimo Herr Conde,
Mi mente fría y calculadora ha desterrado la parte oscura y calenturienta para confesar... sch... sch... sch... con el propósito de deshacer el entuerto en el que usted ha caído, Herr Conde, precipitándose desde su torre norte. (La del reloj que marca las horas muertas aristocráticas)
Ignoro el porqué de su extraña confusión... ¿usted Herr Ferdinando... ha creído que soy originaria de La Rusia oriental Siberiana?
¿¡Qué friolera le ha entrado!?
Me gustaría aclarar ese penoso malentendido, pues esta melenuda, fue expulsada al mundo en Siberia y aunque nacida en marcha... fue arrojada a la vida, en el tren Transiberiano (durante un viaje de siete días entre Moscú y Vladivostok), por lo tanto, me considero ciudadana del mundo y cosmopolita.
Interceptado este diminuto punto en el universo... ¿no sabe usted que en Rusia no se paraliza la vida hasta que no superan los 50º bajo cero?
Por ello, las mentes, (calenturientas siempre) entonan sus cuerpos con wodka (incluso viajando en el metro) y si decide pasear por la Plaza Roja moscovita(en horarios prudentes), encontrará un puesto de castañas asadas que le calentarán sus apéndices (las manos, no la nariz).
Además, no se preocupe ya que tiene usted muy cerca las galerías GUM en las que encontrará ropa de abrigo para el hielo (así lo llamamos nosotros cuando los lagos pasan a ser pistas de patinaje).
Lo dicho, Herr Graf, haga un viaje rápido (en transiberiano) durante su próximo año sabático, que precede a los consecutivos años contemplativos de toda una vida de asueto, sin hacer nada sonoro.
¡Qué dura es la vida del trabajador!
Estimado conde:
Me permito recordarle un detalle importante de la película que no veo reflejado en su, por lo demás, incontestable review, y cuya falta atribuyo a la decadente dejadez propia de la aristocracia. Se trata de la audaz secuencia del baile que hace un uso del montaje sofisticado y sorprendente para lo que es una comedia un tanto rudimentaria (aunque brillante) de 1919. Si mal no recuerdo, había pantalla partida en tres, cambios de plano rítmicos y veloces movimientos danzarines, todo ello integrado con una gran fluidez y dinamismo.
Sin otro particular, le saluda atentamente suyo,
Paulus Martianus
(NeoPCUS)
Mein lieber Herr Martianus, ínclito dirigente del NeoPCUS...:
Nein..., no se crea usted que la intrínseca dejadez de la aristocracia, todo lo puede y acapara, pues en lo referente a su comentario acerca de la escena del baile que usted menciona en detalle y adjudica al filme de Herr Lubitsch, si éste Herr Von no recuerda mal ( aunque tampoco debe tener demasiado en cuenta ésta aseveración teutónica, pues Herr Alzheimer es un viejo conocido de éste aristócrata teutón... ) esa cuidada escena danzarina no se corresponde con el filme en cuestión y se garantiza esa afirmación germánica, después de usted haber detallado con pelos melenudos y señales acústicas de esas que ustedes tanto gustan emplear a altas horas de la madrugada..., pues esa pantalla partida en tres no ha sido visionada por éste su Herr Graf en "Die Austernprinzessin" y eso que éste aristócrata teutón jugaba con ventaja, pues además de poseer dos ojos de color azul del Rhin, también dispone de un monóculo a juego para, en el supuesto caso, no perderse tanta magnificiencia cinematográfica... ¿o no será acaso que la explicación a dicho enigma se deba a que los miembros del NeoPCUS les exhiben filmes manipulados y re-montados con esa alegría y ritmo frenético que tanto los caracterizan?...
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
¡Ah, cómo disfrutamos los proletarios cuando la aristocracia es cogida en evidencia e intenta escurrir inútilmente el bulto!
He aquí la prueba del olvido que tan burdamente intenta Usted tapar:
http://www.youtube.com/watch?v=2TS0ffJ4sHk
He aquí un triunfo para el partido y un paso hacia la, cada vez más inminente, revolución.
La fierecila domada en una dsternillante película de Ernst Lubitsch,me he reído un montón.
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