Cuando éste Conde germánico pasa esas temporadas en destinos aristocráticos decadentes y afrancesados, de los cuales han tenido recientemente detalles al respecto en este diario moderno, gusta, como pueden comprobar por la ilustración adyacente, estar rodeado de sus ricas y gordas herederas germánicas en todo su esplendor, cometiendo actos atrevidos y bizarros ( esos por los cuales la aristocracia siente especial predilección ) peligrosas aventuras como pueda ser el bañarse en esas aguas cálidas afrancesadas, repletas de bichos y salitre ordinaria.
El hecho de que mis caras herederas teutonas estén tan esplendorosas y poco recatadas, es para demostrar, por si hubiese algún atisbo de duda metafísica germánica, la exhuberancia, el derroche de formas y posibles que poseen en todos los aspectos esas lozanas fräulein, demostrando así que efectivamente, la aristocracia germánica nada en la abundancia, literalmente.
Son esas ricas herederas teutonas, bellezas inconformistas con los cánones estéticos actuales que predominan entre los melenudos ordinarios, prefiriendo éstos esas señoritas secas y desganadas tan difíciles de entrever.
Y ahora si me lo permiten les tengo que dejar momentáneamente, pues este Conde germánico tiene que intentar salir decorosamente del agua, manteniendo impávido su rictus teutón.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
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