Donnerstag, Dezember 29, 2005
"The Coward" (1915) de Thomas H. Ince
Acaba de estallar la guerra civil americana y todos los jóvenes corren a alistarse en el bando Confederado envalentonados éstos por sus familias y sus arpías novias y hermanas; afortunadamente hay un joven con un mínimo de sentido común, Frank Winslow que ante el pavor que le produce participar en la guerra, decide que tiene cosas más importantes que hacer, que andar pegando tiros por el medio oeste americano ( éste Conde germánico no comprende el porqué de tanta insistencia y publicidad cinematográfica con la susodicha guerra, cuando los germanos hemos participado en numerosísimas batallas desde tiempos inmemoriales y con mucho más pedigrí ).
Pero el padre del joven Frank, el coronel Jefferson Winslow ( que al igual que sus conciudadanos sin sentido de la integridad física decidió alistarse, siendo finalmente éste rechazado por su avanzada edad ) no soportará la idea de que su hijo sea considerado un cobarde y usando métodos poco expeditivos, esto es, a punta de pistola, lo acompaña hasta la oficina próxima de alistamiento.
Ante tales sugerencias paternas, el joven Frank Winslow no tiene más remedio que ponerse el fusil al hombro y partir hacia el frente aunque no dudará en desertar a la mínima ocasión para tomar un café caliente en su hogar y servido éste por sus criados blancos pintarrajeados de betún.
Cuando el padre ve a su primogénito tomándose el café en la cocina de su casa, casi le da un patatús y tras casi estrangularlo entre tazas y fogones, decide alistarse finalmente él para que cuando llamen por el soldado Winslow por lo menos aparezca uno aunque tenga cuarenta años más.
Los Yankees irán ganando terreno en la batalla y finalmente tomarán prestada la casa del coronel Winslow ( recuerden que este está ahora tan ricamente en el frente ); el joven Frank preservando su integridad física decide esconderse en el desván y será desde allí donde descubra los secretos de la debilidad del enemigo, al confesar éstos en una improvisada junta militar, por donde los flancos de su ejército son fácilmente atacables.
De repente el joven Frank se ve contagiado por el espíritu guerrero de su pueblo y de su padre y decide ir a avisar a los Confederados de cómo ganar, por lo menos, una batalla.
Tras varias peripecias ( mientras su padre está de guardia y al supuestamente no reconocerlo ( éste Conde germánico tiene sus dudas… ) le da un tiro al pobre muchacho que casi lo deja en el sitio ) consigue finalmente informar a su ejército y éstos tan ricamente y con tan buena información ganarán una batalla y el padre de Winslow finalmente estará orgullo de la valentía de su muchacho.
“The Coward” es un filme dirigido por el gran pionero del cine americano, Thomas H. Ince, guionista de la mayoría de sus obras y especialista en filmes de acción, especialmente “westerns”, director de gran prestigio gracias a la gran calidad que tenían sus filmes para la época, tal y como acontece con “The Coward”, un filme muy bien estructurado que a pesar de interpretaciones acartonadas, especialmente la del coronel Winslow ( Frank Keenan ) que el espectador está deseando sea fusilado por los Yankees, a la mínima ocasión, se ve con suficiente agrado.
Y ahora si me lo permiten les dejo momentáneamente, pues con tanta referencia guerrera, éste Conde teutón va a enfundarse su traje de gala militar, repleto de medallas ganadas en batallas perdidas.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
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7 Kommentare:
Estimado Conde:
Llevo ha largo tiempo leyendo sus "si me lo permiten", y si me lo permite, le permito que me permita felicitarle. Me tomo tal libertad porque yo también pertenezco a la nobleza; a la nobleza más rancia de lo que ahora estos vaivenistas veleidosos han dado en llamar, Comunidad Autónoma de Castilla-León, cuando de toda la vida ha sido Ancha es Castilla.
En cuanto al motivo que me ha inducido a felicitarle precisamente en este contexto, ha sido la irrepetible frase "medallas ganadas en batallas perdidas". No voy a ponerme a filosofar en cuanto a su profundo mensaje; las religiosas Clarisas, Orden en la que tuve la suerte de cursar mis estudios, ya me advirtieron sobre los peligros de profundizar en temas vedados a las mujeres. Lo que sí voy a atreverme a preguntarle es lo siguiente: ¿cón qué limpia, su fiel Güntell las manchas que dejan en los uniformes, las lágrimas de las batallas perdidas?
Suya afectísima:
Lucila Virumbrales. Marquesa de Terminón
Mein liebe Damen Lucila:
Es siempre un honor para un aristócrata, conocer a un miembro o incluso miembra, de la nobleza y ello a pesar de que usted sea, perdone que se lo diga claramente y en alemán, una burguesa de provincias ( y a las Clarisas uno se remite, pues los aristócratas de postín no somos adoctrinados por esas férreas señoras ávidas de hábito, preferimos institutrices con ropa militar ).
A pesar de tales carencias de pedigrí, éste Conde germánico le besa su mano por sus comentarios amables hacia éste que lo es, pidiéndole disculpas por no poder responderle a esa su pregunta sobre cuestiones domésticas, pues como comprenderá, los aristócratas germánicos mantenemos cierta distancia con el servicio doméstico, solamente quebrada cuando son dados éstos de latigazos.
Por cierto, aunque usted no sea aristocrática y teutona, me dice que es toda una Marquesa con hacienda, ¿no será gorda?... y es que entonces este Conde germano la vería con otros ojos más... interesados...
Estimado Conde:
No carece usted de razón. Las buenas monjitas, aunque me enseñaron a bordar, a declamar con cierto ritmo las rimas de Rubén Darío y un idioma démodé, mo me dieron la estricta educación disciplinada que pretendían papá y mamá. Me quedé huérfana a la tierna edad de 6 años. Papá murió en un duelo con Emilio de Ventimiglia,Señor de Roccabruna y Valpenta, por un misterioso asunto que me será revelado cuando cumpla 86 años. Mamá, transida por el dolor, se arrojo por un acantilado, toda vestida de blanco, a las oscuras aguas oceánicas. Es una historia que no debería contar, pero que contesta a su extrañeza por mi educación liberal.
Contestando a su otra pregunta sobre la densidad de mi masa corporal, le diré que carezco de los encantos que usted busca en una mujer. Mis medidas son: 90-60-90.
Por otro lado mi fortuna es escasa; alguna que otra plantación de cacao y copra, minas en sudáfrica y una pequeña flota mercante conforman mi escasa dote.
Suya afectísima:
Lucila Virumbrales. Marquesa de Terminón.
PDS: Por si me está leyendo, Yolanda de Ventimiglia: juro que le buscaré y me vengaré por las afrentas recibidas y por la muerte de mi padre, en su persona.
¡Ah, ustedes las Marquesas de provincias!...
Por si no fuese bastante escandaloso el tener ascendencia decadente italiana ( esos advenedizos sin estilo ), se caracterizan ustedes por sus historias familiares turbulentas y dadas a la exageración, pues sino, ¡¿¿cómo se puede comprender o permitir que toda una madre se lance toda de blanco por un acantilado?!!, ¡que despropósito!... la aristocracia germánica jamás obraría de tal forma, más bien se optaría por un vestido ricamente bordado y como mucho tiraríamos por el barranco a la "femme de chambre".
Lamenta este Conde que sea usted tan escuchimizada, pero lo más terrible ha sido saber por su boca de heredera de bienes de tierras salvajes, que estos no son tan espléndidos como uno quería o pretendía, por lo que tendrá que esforzarse a incrementar su fortuna si quiere ser bien vista con el monóculo de éste aristócrata teutón.
Ya veo que finalmente estaba escrito en los arcanos del destino que el Sr. Conde von Galitzien y la Sra. Marquesa de Terminón (a la que también tengo el honor de Admirar en la Distancia) se acabarían encontrando en los vericuetos del Cyberespacio .
No obstante lo cual, les advierto de que el futuro no pertenece a la Aristocracia , sino a esos seres infelices que están a su servicio y a los que ustedes erróneamente desprecian —y citaría a continuación, si no fuera porque sería en vano, al propio Günthell o a la mismísima Srta. Ventimiglia : quien perdió el de de su apellido cuando su familia vino a mucho menos y cayó en desgracia.
Y con la cual, por cierto, estuve hace escasos días conspirando en los Bajos Fondos de la Villa y Corte . Y de quien debo decir que su beldad no desmerece en nada de la de la Sra. Marquesa (perdón por el deladelaísmo ): o, por mejor decir, de la que esta última pretende, a tenor de los daguerrotipos que de ella obran en mi poder; antes al contrario: Yolanda Vintimiglia es una chica de mucho mejor ver que la Sra. Marquesa, al menos para los impresionables ojos de este melenudo afrancesado formado lejos de los cánones de la Aristocracia .
Con sendas genuflexiones de cinco octavos y besamanos para el Sr. Conde, y de siete octavos y besapiés para la Sra. Marquesa, se despide atentamente su deleznable aunque DS&SS (devoto seguidor y seguro servidor ) de VV.EE.,
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Pablo de Mad du Fougamou , falso barón di Pazzo
Estimado falso barón di Pazzo:
Venía yo tan relajada y satisfecha de mi diaria sesión espiritual con el padre Bertoldo, mi confesor, dispuesta a leer el correo diario, esperando algún cortés requiebro del señor Conde, cuando me encuentro con su atrevida e infame carta llena de despropósitos. Por ahora, los ignoraré a cambio de un pequeño favor. Deseo que me proporcione toda la información que posea sobre Yolanda de Ventimiglia. A cambio, mi generosidad no tendrá límites. Precisamente hoy mi administrador, el sr. Onofre, me ha comunicado que las inversiones recientemente realizadas en Apuestas del Estado, me han proporcionado unos dividendos escandalosos.
Espero que el señor Conde lo tenga en cuenta. ¿ Le puedo llamar Ferdinand?
Como sé que no dudará en aceptar mi propuesta, dada la crónica carencia de bienes y valores de los de su clase, espero un informe detallado ¡ipso facto!
Quede usted con Dios.
Lucila Virumbrales. Marquesa de Terminón
Mein liebe Damen Lucila:
No se sienta usted indispuesta por los atrevimientos de ese falso barón Di Pazzo, pues es notorio que los nobles italianos con ascendencia afrancesada, son lo peor de lo peor ( y perdone usted esta reiteración germánica ) entre los selectos círculos aristocráticos.
No querría JAMÁS este Conde teutón que una grácil y ehem..., cándida fräulein provinciana como usted, se sintiera ultrajada o vilipendiada por la viperina lengua de ese barón, llegando incluso a organizar un duelo entre ambos y al alba, como mandan las reglas de los duelos al alba, para restituirla en su honor.
Y por cierto... ignore esos comentarios maliciosos del susodicho Di Pazzo que le ha realizado sobre mi persona, comentando que mi repentino interés hacia usted se debe a esos dividendos escandolos recientes suyos... ¡ah, el muy ladino!.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
P.D.: Usted, si le place, puede llamarme incluso Mein Lieber.
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