Mittwoch, Dezember 14, 2005
Gastronomía Germánica II
Es bien conocido por todos ustedes que éste aristócrata teutón tiene cierta predilección por las orondas figuras de mis caras y grasas germánicas, más aún si éstas están en consonancia con sus fortunas personales, cuestiones dietéticas que para no variar, no están de moda en estos tiempos melenudos, prefiriendo las señoritas decentes e incluso las indecentes de hoy en día, lucir una depauperada y triste figura, en vez de la rotundidad de las cinturas inabarcables de las teutonas.
Afortunadamente en Germania no se ha impuesto esa moda y esos templos del ayuno, en justa consonancia con éstos parcos tiempos, que ofrecen camufladas viandas a precios de inflación pre-República de Weimar, siendo, una vez más, los culpables de tan penosas y estrictas dietas gastronómicas, los franceses y su “nouvelle cuisine”, consiguiendo los germanos mantener a distancia a los susodichos, creando un muro ( otro ) infranqueable entre los insaciables estómagos aristocráticos y la escueta amenaza gala.
Gracias a esas medidas drásticas tan severas como irrisorias al pretender alimentarse un teutón en esos restaurantes de atrezzo de filme de inicios del cine sonoro, en Germania, nuestras ricas y grasas herederas pueden entonces seguir degustando esos menús pantagruélicos compuestos por docenas de platos de aperitivo, otros tantos de comida principal y postres que ayudarán irremediablemente a conseguir con éxito esa enfermedad tan distinguida y peculiar de la gente acomodada, la gota.
Si la aristocracia germánica no intentase mantener estos privilegios gastronómicos, nuestras gordas teutonas no podrían abarrotar nuestros salones ( actualmente es suficiente con que acudan dos de ellas y su carabina para completar el aforo ), la industria del corsé quebraría sin remisión ( por no mencionar el “holding” de las fajas ) o las fábricas textiles que verían su producción de modas bajo mínimos, aunque en éste caso siempre podrían reconvertirse en industrias de mantelerías estampadas, pues afortunadamente las mesas seguirían siendo enormes aunque presididas por aristócratas traslúcidas.
En fin, como pueden ustedes comprobar la gastronomía aristocrática y germánica es una cuestión nacional que hay que defender de forma impertérrita ante la terrible amenaza de las dosis bajo mínimos de la “nouvelle cuisine”.
Y ahora si me lo permiten les dejo momentáneamente, pues éste Conde teutón siente ya que sus jugos gástricos comienzan a impacientarse y piden ser saciados sin remisión.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
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2 Kommentare:
Glups, es debe ser alguna pelandusca que invita el Conde cuando quiere pasar por señora fina en su club de aristócratas, digo yo. A mi como nunca me invita no tiene fotos más que de cuando me pilla en el campo recogiendo remolacha...
Ninovska
Mein liebe Ninovska:
Usted sabe muy bien que difícilmente será aceptada en una "soirée" aristocrática si insiste en aparecer ataviada con el uniforme del Partido...
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