Dienstag, Januar 10, 2006
LIT: "Undine" de Friedrich Heinrich Karl De La Motte Fouqué
No todo consiste en la vida de un aristócrata teutón en acudir a "soirées" y ver cine silente en la intimidad del lógebro sótano en donde está ubicada la filmoteca privada de éste Conde germánico, también de vez en cuando los aristócratas necesitamos cambiar de excentricidades y dar rienda suelta a locuras impropias de las clases elegantes y una de las más atrevidas, más incomprensible y poco confesables entre nuestro selecto círculo teutón, es dedicar parte de nuestro impreciso tiempo a la lectura.
Hay un dicho germánico que viene a decir que no hay que juzgar un libro por su cubierta, siguiendo esa máxima, éste Conde teutón optó entonces por elegir un libro que reuniese otras exigentes características que se precisan para que éstos monoculados ojos se posen más del tiempo necesario en esos volúmenes polvorientos de la biblioteca del ala norte del "Schlöss" ( no se pueden imaginar lo epatante que resulta una buena biblioteca cuando se reciben visitas ), comenzando precisamente con la primera regla, que el libro fuese poco voluminoso, además de estar escrito por un aristócrata germánico y cuyo tema a tratar fuese decadente y apto para ociosos germanos... el resultado final fue "Undine" de Herr Friedrich Heinrich Karl De La Motte-Fouqué y no me negarán ustedes que con ese nombre tan teutón, el asunto no prometía...
Y es que ese compatriota de éste su Conde, barón por más señas y uno de los escritores más destacados de los denominados románticos berlineses, construye una obra maestra llena de clasicismo y ambiente ensoñador germánico, que resulta ciertamente admirable.
Con un lenguaje riquísimo, nos adentra en la fantástica historia de Undine, una sirena de las de antes y su mundo mágico, repleto éste de espíritus del agua vengativos, bosques encantados, caballeros andantes y príncipes encantados de decantarse por la susodicha además de los consabidos destinos sentimentales trágicos y bellísimos.
Una novela corta ( ya saben, era ésa una condición indispensable para éste Conde germánico poco dado a tales extravagancias ) con el espíritu de las obras imperecederas clásicas, un clasicismo que se añora, que se paladea en la perfecta construcción de la historia, la lírica sensacional de la obra, fascinando irremediablemente al lector desde el mismo comienzo del libro, siendo conscientes de que nos adentramos en un mundo único e irrepetible.
Y ahora si me lo permiten les dejo momentáneamente, pues después de tanta lectura, éste Conde germánico necesita placeres más mundanos y terrenales por lo que se dispone ahora mismo a dar de latigazos al primer criado que se ponga a tiro de la fusta.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
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